Puebla de Guzmán (Huelva) |
Pantano de Villalcampo (Zamora) |
Villalcampo |
Camino de Guillena (Sevilla) |
Estación de Guillena (Sevilla) |
Fotos de Tomás y su hermano Miguel |
Con este escrito intentaremos hilvanar una
serie de recuerdos de la familia onubense de Tomás Carrasco Martín, vecino de
Zarza de Pumareda y con un pasado digno de un buen guión cinematográfico.
De
ningún modo pretendemos que derive el relato en un manifiesto con tintes
políticos, es, a mi modo de ver, la resignada pureza de la supervivencia plasmada
en cuatro letras.
Después de la guerra civil continuaron los latifundios en Andalucía y
Puebla de Guzmán (Huelva), localidad donde habitaba la familia Carrasco, era un
claro ejemplo.
El
matrimonio, formado por Lorenzo y María, era humilde y carecía de tierras para sacar a
sus hijos adelante. Por eso, dada la proximidad entre Puebla de Guzmán y
Portugal, no le quedó otra alternativa
que, cómo otras familias, sobrevivir gracias al contrabando realizado con los
pueblos lusitanos que distaban a una veintena de kilómetros de Puebla. Claro
está que para ello Lorenzo había acordado un pacto de comisión con los agentes
de la guardia civil. Sin embargo, la avaricia de estos últimos no entendía de
compromisos y forzaron un chantaje ruin y miserable amparado en la autoridad
del uniforme que representaban.
Sucedió que, un amanecer Lorenzo regresaba con una carga y fue
sorprendido por la guardia civil. Le pidieron la mitad de lo que llevaba.
Esa condición le pareció a Lorenzo excesiva y no aceptó.
La
represalia en forma de denuncia no se hizo esperar y acabó en la cárcel junto a
su esposa María, embarazada, su hijo
Domingo y el pequeño Tomás de tres años.
En la prisión dio a luz a Miguel y aunque era obligatorio poner el nombre de
Eduardo a los nacidos en prisión, la
familia Carrasco jamás lo llamó Eduardo sino Miguel. Mientras estaban en la
cárcel les requisaron los dos únicos bienes que tenían como patrimonio: dos
caballerías y la vivienda.
Al recuperar
la libertad se cobijaron en una casa modesta a las afueras del pueblo. En ese
tiempo la hambruna asoló Andalucía. Lorenzo y María se las ingeniaban como
podían para alimentar las criaturas. De vez en cuando y sin avisar se
presentaba en casa el señorito de las tierras con la pareja de la guardia civil.
Registraban la casa en busca de caza, o algún cerdo que faltara en la piara del
señorito.
No
andaba desencaminado, pero el hambre azuzaba el ingenio y, aunque
no había restos de sangre por ninguna parte, el cerdo estaba despedazado en
un zulo debajo de la cama y después, para evitar sospechas, por la noche y en
silencio, lo cenaban como única comida del día.
A
través del periódico “Pueblo” llegó la noticia de que en Alemania hacía falta
mano de obra. Lorenzo marchó en un convoy ferroviario repleto de obreros
españoles para el gobierno de Hitler. Sin embargo no eran huertas ni campo alguno
el lugar de trabajo como Lorenzo esperaba los dos años de contrato. Los destinaron
a unas minas de carbón. Era horroroso escuchar las sirenas y las carreras hacia
los refugios ante las andanadas de la aviación aliada. Sus salarios los pagó el
gobierno de Franco para saldar la ayuda que le prestó Hitler durante la guerra civil
española.
Lorenzo regresó a Puebla de Guzmán y la desnutrición empezó a causar la
muerte de algunos niños. De nuevo asomó la esperanza al enterarse de
que en Zamora necesitaban personal para construir un pantano.
Acompañado de su hijo mayor, Domingo, con escasos 15 años, emprendió el
camino a pie para recorrer los quinientos kilómetros separaban Puebla de Zamora. Durante el trayecto se cruzaron con una cuadrilla de obreros que
regresaban de Villalcampo porque, según dijeron, en la obra ya no necesitaban más personal.
Entretanto, María se quedó en Puebla con cuatro hijos, la más pequeña recién
nacida. Llegó el verano y continuó la misma miseria. La escasez de lo más
básico la obligó a emprender la búsqueda de su marido antes de que las
criaturas falleciesen de hambre. Estaba lejos, pero la alegría de encontrarlos
le daba fuerzas para superar cualquier obstáculo con la pequeñita en brazos y los
otros tres descalzos caminando a su lado.
En
los pueblos al pasar les daban comida, la imagen de la madre agotada y los
niños ablandaban el corazón de la gente. Entonces, algún vecino o el propio
ayuntamiento de los pueblos les ofrecían alguna techumbre o casa vacía para
dormir. La guardia civil le aconsejó a María que durmiesen en los pueblos porque así
sería más fácil conseguir ayuda si les ocurría algo.
Ella tenía un objetivo claro y el agotamiento, la sed y el hambre
apretaban demasiado, atrás quedaron 300 kilómetros de mucha penuria y excesivo
castigo para las criaturas. En Cáceres acudió
en su ayuda el buen corazón de la gente y el ayuntamiento les proporcionó los
billetes de tren hasta Zamora.
Una
oleada de desánimo la invadió al llegar a Villalcampo y comprobar que nadie
daba razón de su marido. Acudió a pedir ayuda al párroco.
El
buen hombre habló con los responsables de la hospedería y allí les dieron cada día un plato de comida. A modo de hogar encontraron una casita sin techo
que cubrieron con retamas.
Por
su parte, Lorenzo y Domingo, regresaban caminando hacia Puebla. Al ser hombres
la gente de los pueblos no era tan solidaria como lo era con las madres.
Al
pasar por Guillena (Sevilla) encontraron trabajo para unos días. Continuaron ruta y el hambre era salvaje. En un camino encontraron un caballo muerto. Se
arriesgaron y comieron. Pocos días
después Lorenzo murió de paludismo. Allí quedó sin saber qué hacer Domingo.
El ayuntamiento dónde ocurrió la desgracia se hizo cargo del viaje del muchacho hasta Puebla de Guzmán. Cuando llegó al pueblo no había nadie en la casa. Lo recogieron las hermanas de Lorenzo, sus tías Amparo y Marina.
El ayuntamiento dónde ocurrió la desgracia se hizo cargo del viaje del muchacho hasta Puebla de Guzmán. Cuando llegó al pueblo no había nadie en la casa. Lo recogieron las hermanas de Lorenzo, sus tías Amparo y Marina.
Por
su parte, María encontró trabajo en Villalcampo lavando sábanas en el río.
Tarea en la que le ayudaban sus hijos, Mari con trece años y Tomás con nueve. Allí
le llegó la triste noticia del fallecimiento de su marido. Para recuperar a su
hijo tuvo que presentar una serie de documentos. Continuaron viviendo en la
modesta casita de Villalcampo y los pequeños acudían a la escuela del poblado.
Domingo comenzó a trabajar en la obra del pantano y Tomás hizo lo propio al
cumplir los catorce años.
Las
cosas iban mejorando y con el tiempo fueron rodando por diferentes obras de la
comarca, Saucelle, Aldeadávila, Villarino, Almendra. etc.
María se instaló en Zarza de Pumareda y Tomás la visitaba con relativa
frecuencia cuando el trabajo se lo permitía. Por aquel entonces Otilia tenía 18
años y una mañana, que estaba lavando en las pozas de la Vega con María, fue
cuando vio por primera vez a Tomás. Le pareció un joven muy guapo y en las fiestas de Santa Cruz de Masueco surgió
el sentimiento que hizo posible que el día de San Lorenzo sellaran el compromiso.
Esta podría ser una historia anónima de las
muchas que se pierden en el olvido. Sin embargo, siempre hay quien, por
nostalgia o admiración, quieren dejar constancia de esa lucha. Con la
esperanza de que la odisea de la familia Carrasco no se pierda, escribo este
relato de una familia que llegó del sur y vivió en Zarza de Pumareda durante
más de cincuenta años. Quiero dejar constancia del profundo respeto y la
admiración que me inspiran esos avatares, de una humilde familia, a la que el
destino trajo a esta bendita tierra de Salamanca.
8 comentarios:
Qué historia tan estremecedora. Había oído algo; pero no con estos detalles. Sirva de recuerdo y homenaje a este, finalmente zarceño, y a su familia.
-Manolo-
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Quiero aclarar que los dos comentarios primeros, han sido eliminados por mi, al salir fallido el enlace relacionado, que quería dejar en el mismo, que en el tercero funcionó. Dejar claro que ni el autor del blog, Salva, ha eliminado nada, como pudiera parecer, al informar que el comentario ha sido eliminado por el autor sin especificar qué autor, si el del blog, del tema, o del autor del comentario.
Mis disculpas
-Manolo-
Manolo, carece de importancia. Pero ya lo expresas bien. Salva
Enternecedora esta historia que como siempre cuentas tan bien Salva...bien podria hacerse una pelicula basada en hechos reales. De que nos quejaremos ahora.
Recuerdo que era muy guapo y hacia una bonita pareja con Otilia y que bailaban muy bien, nosotras empezabamos a entrar en el salon y nos parecia la pareja perfecta.
Rosa.
Tienes razón Rosa, cuando uno ve las peripecias y la impotencia ante el destino que han sufrido algunas familias, sinceramente, creo que es muy atrevido quejarse por nuestra parte.
Buenas tardes, quería consultar si alguien tiene conocimiento sobre una parte de la familia carrasco que haya migrado a Argentina. Me gustaría hacer un contacto en investigar mi pasado. Muchas gracias! Saludos. Juan.
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