La frase del dia

24 agosto 2014

SAN LORENZO 14


PEÑA EL LAGARTO Y SUS DISFRACES
FIESTA IBICENCA




La imagen habla por si sola.

LAS NIÑAS DE DOÑA ANITA

EL CHOCOLATE DE CARMINA


PLASENCIA

PARQUE DE MONFRAGÚE

TRUJILLO


MEDINACELI



Arco romano del siglo I d. de Cristo ( MEDINACELI )


¡UN CEMENTERIO! MEDINACELI
MEDINACELI

MEDINACELI
NO HAY TIERRA, SÓLO ROCA (LAGUNA NEGRA)

LAGUNA NEGRA
    Este verano se presentaba diferente. Mi novela,  EL PERFIL DE LA ILUSIÓN,  tomó su rumbo y pasó a manos del editor con el tiempo escaso para cumplir los plazos ante su puesta de largo.  En Abril San Jordi era prioritario para el negocio editorial y tuvo que esperar. Uno puede manejar las circunstancias cuando están en su mano, pero poco o nada puede hacer si dependes de terceros y desconoces las tareas finales del proceso creativo.
   Al entregar el borrador sentí  un vacío los primeros días.  ¡Mejor!, aquello era un no parar. El tiempo se echaba encima y al otro lado del teléfono me decían: “Ánimo llegamos  a tiempo”. Cuando la tuve en mis manos  ya terminada fue emotivo. Y supe que no era una meta sino un peldaño solamente.  Las presentaciones fueron bien  gracias a la gente que me ayudó y ya he escrito sobre ellas. Aprovecho este escrito para dar gracias a cuantos asistieron.
   Ahora corresponde que me refiera a San Lorenzo y así lo haré.
   Los últimos días en Tarragona hacía un calor pegajoso que incitaba a desear los paseos nocturnos desde el álamo. Siempre es un privilegio ver tan limpio el cielo; y si hace luna llena ni te cuento. El firmamento regala un espectáculo sublime.
   En cuanto a las fiestas, los actos religiosos, el teatro, los desfiles y bailes, contribuyeron  a  mantener el interés popular.
   Una vez más queda de manifiesto que las peñas desempeñan un buen papel en las fiestas.
   Otra vez  contamos con la presencia del insigne Don Francisco Moya “El Chupaligas” para los pasacalles. Es una  máquina. Tenía el labio hecho cisco y me decía: venga un vals corrido, un pasodoble. Y dale, una hora bufando y el tío tan pancho con su camisa roja, pantalón y sombrero blanco. Un artista por vocación, un personaje que formará parte de la historia de estos pueblos y al que rendirán homenajes cuando no pueda disfrutarlos.
    Luis fue el pregonero y dejó evidente su añoranza por La Zarza. No pude presenciar su intervención, pero he leído el pregón. En la inauguración de la calle a Doña Anita cumplimos con la ilusión de las alumnas octogenarias. El texto que leyó Otilia fue impecable. (Lo escribió ella) y la intervención de Luis fue brillante, con soltura y desparpajo.
    El grupo que amenizó la verbena gustó al personal. Puro espectáculo para la vista y un afán desmedido por dirigir al público durante el baile. Eché a faltar mambos, chachachás, corridos mexicanos, boleros  y más abundancia en pasodobles. Pero sobre gustos y colores las preferencias son dispares y a la gente gustó. Prueba de ello es que repiten verbenas por los pueblos de la comarca.
    En la peña “EL LAGARTO”, cada cual va adquiriendo su rol. Es tradicional el chocolate de Carmina, el pulpo de Rafa y Esme, los tomates de la huerta de Pedro y Coro, las tortillas de Sagrario y las migas de Andrés, el acordeonista, aunque supongo que quién las condimenta es Carmina, en cualquier caso estaban buenas.
   Es de agradecer que cuando llegamos los tardíos todo esté organizado gracias a la voluntariedad del  presi  Ignacio, la vice Angelita y el secretario Olegario.
    Los demás colaboramos en lo que podemos y nos dejan. Quiero hacer mención especial a un momento que sucedió durante el pasacalles de San Lorenzo.
    Alguien sugirió poco antes de llegar a la casa de Lourdes: ¿Por qué no hacemos un minuto de silencio frente a la casa de Lourdes?
    Durante ese emotivo silencio Don F. M. EL CHUPALIGAS enarboló su trompeta  y pudimos escuchar la balada del silencio, fue mágico y noté como el bello se me erizaba al recordar el día que Eugenio y Lourdes me regalaron dos camisetas  seriegrafiadas con mi nombre, (la empresa donde trabajaba Eugenio se llama Salva) para que las pusiese en el frontón.
   Aprovechamos lo que quedaba de semana para hacer escalonadamente el regreso a Tarragona. Las imágenes que acompañan la entrada dejan el documento gráfico de nuestra escapada. Visitamos el Valle del Jerte, Plasencia, el pantano de Monfragüe (espectacular), Trujillo,  Talavera de la Reina, Medinaceli (El castillo que corona una loma  que se aprecia desde la carretera, no es tal castillo sino un cementerio), pero el casco viejo del pueblo rezuma historia con versos de Machado y la imponente majestuosidad del arco romano.
   La ruta continuó por los Picos de Urbión  para ver la Laguna Negra. Allí estaba encajonada entre roquedales graníticos de un glaciar milenario que me recordó las lejanas columnas de basalto de Islandia.

   El agua estaba fría y un gentío numeroso la rodeaba. Unas horas más tarde cuando la noche se asentaba llegábamos a casa, con nuevos propósitos e ilusiones para afrontar retos de cara al próximo año.


05 agosto 2014

El sombrero blanco

   



Montero, Pachi, Salva, Perroni y Emilio, colegas del frontón

Pedro y De Blas, también del frontón. 
Músicos de nivel superior, José, Jomiv, Nito.

El "gitano" Blas y su mujer Rosa

Montse  y José.









Para que los invitados encontraran la parcela, la tarde que presentamos la novela, colgué folios donde podía leerse: el Perfil de la Ilusión y la distancia en metros que faltaban. Cuando me disponía a fijar el último observé que se acercaba una mujer. “¡Perdone!” se excusó, “¿Qué quiere decir eso?”, preguntó.
  -Nada importante, en la casa del muro blanco presentan una novela - respondí. “Curioso”, añadió, dándome la espalda. 
  La mañana se tornó opaca y  podía acarrear un problema irremediable.
   Nicolás Marcos y De Blas, colegas del frontón, lo hicieron fácil, distribuían sillas y mesas proporcionadas por los vecinos; entretanto, yo me afanaba en alisar la alfombra que tenía en el suelo del escenario en que se había convertido el aparcamiento techado.
   -Salva, ¿quieres un tapiz verde de cinco por tres?-ofreció el vecino asomando la cabeza encima de la valla.
     -Me vendría de coña –asentí.
Al poco, gotas fofas y dispersas  se estamparon en el terreno y ese olor agradable esta vez no lo fue tanto. Pero yo tenía Fe. ¿Por qué se iba a perder tanto esfuerzo? Algo en mi interior presagiaba que todo saldría bien. Me acordé de mi padre. “Cuánto le hubiera…”. Un empujón de emoción me alentó. “Cuando hable me pondré su sombrero blanco”
   A las siete treinta, el comandante Gorgon Gorgorov con otro militar,  uniformados de camuflaje y armados hasta los dientes,  vigilaban la puerta. Joaquín hizo de maestro de ceremonia y presentó las intervenciones.
   Mientras hablaban mis compañeros de mesa yo observaba al personal. Vi a Magadán en la tercera fila, mi encargado, aquel hombre rubio y fuerte que vestía traje vaquero cuando entré en la  empresa treinta y tantos años atrás. Y recordé: “Magadán”, le decía yo al otro lado del teléfono, “Llegaré tarde, todavía no hemos pasado Mora de Ebro”. Siempre decía: “No te preocupes, pero bajad despacio”. Igual que un hermano grande, a veces también padre. Me miraba tras los lentes apoyado en un bastón, pero ahí estaba conmigo porque la gratitud esa tarde había vencido a los achaques.
   Nicolás Marcos tomó la palabra y vino a decir que tras un homenajeado siempre había una persona detrás que, de algún modo, era la sufridora silenciosa. Entregó un ramo de rosas a Angélica que lo recogió emocionada.
   Los músicos rayaron a gran nivel, el “gaiteiro” Felipe, que acompañé en una muñeira. Eugenio, Nito para los amigos, llenaba con acertados acordes las exquisiteces vocales con que nos deleitaron José, Jomiv, Sara y Llucia. A veces, cuando ves gente de ese nivel, te preguntas: ¿Qué hay que hacer para triunfar?. Luis, José, Jordi con sus guitarras y el “gitano” Blas recitando a García Lorca bajo el rasgueo flamenco de José Montañés. Cerró las actuaciones el acordeón rumano de Elvis.
   Firmé ejemplares durante las actuaciones. Guillermo hizo de cajero. Carlos grababa las entrañas de la cocina, Angélica y Pili preparaban el convite y Judith, Sara, Laura y amigas de ambas, hicieron de camareras y surtían al personal de bebida y comida.       bPido disculpas a todos los que olvido mencionar y que hicieron posible que todo saliera bien. La gente se fue despidiendo. Eran las doce de la noche cuando tomábamos el último café y nos fuimos a dormir.

En definitiva, fue una noche para recordar y la gratitud sincera por la velada se reflejaba en las caras a la hora de  marchar.

“Escribe pronto otra para que volvamos otra vez” me decían algunas señoras. Y en eso estaremos, cuando llegue Septiembre.