La frase del dia

20 agosto 2012

Cuento de verano: DESDE EL OTRO LADO

No se olvidan fácilmente las fiestas de San Lorenzo que cada verano se celebran en Zarza de Pumareda. Y digo esto porque, aunque vivas con la felicidad más pletórica, buscas un recoveco para alojarlas dónde sólo tienen cabida los mejores recuerdos.
He de deciros que cuando llegué aquí, allá por el mes de Febrero, me dijeron que en la víspera de San Lorenzo se reunían todos los nativos de Zarza para asistir a la celebración.
Este día han acudido vestidos con sus mejores galas y recobraron el físico más esplendoroso que tuvieron en vida. A muchos les reconocí al recordar sus rostros en fotografías añejas que había visto en el fondo de algún cajón. Otros, que aseguraban ser nativos de Zarza, no me sonaban de nada porque jamás los vi. Decían ser de anteriores generaciones y como aquí no hay espacio para las dudas y recelos, les creí.
Mientras esperábamos en momento del descenso, una voz hizo alusión con gran énfasis al año de los Músicos Húngaros. Permitidme un inciso para que os lo cuente mientras llegan los rezagados:
Tuve la fortuna de disfrutarlos y recordé a aquellos artistas, quienes con potentes trompetas lograban que todo el personal bailara envuelto en alegría.
En aquellos tiempos la ilusión y buena armonía se esparcían por doquier en todos los hogares durante las fiestas.
Os contaré que la juventud acompañaba en un pasacalles a los músicos en su recorrido por las calles del pueblo. Se detenían en las casas donde habitaba alguna moza para ofrecerle bellas canciones y, cuando terminaban las coplas, la familia de la moza rondada, contribuía con un donativo de agradecimiento que servía para pagar a los músicos.
Vino a mi memoria el año de la vaca del tío Ángel, muy brava en la cuadra y en el campo. Como era del pueblo su dueño nos la cedió para tentarla en la plaza rodeada de carros.
Toda la bravura que había mostrado y que esperábamos, porqué no decirlo: con cierto miedo y muchas expectativas, se derrumbó cuando la vaca entró en la plaza y se sentó en el suelo mirando al personal y pasando olímpicamente de las provocaciones de la mocedad. Claro está que la vaca también estaba de fiesta y no quería sofoco alguno.
Al fin llegó el ansiado momento de traspasar el Umbral de la Eternidad y comprobamos que la alegría había vuelto al pueblo. Jóvenes y mayores, ataviados con camisetas de colores iniciaban al caer la tarde el desfile en honor a San Lorenzo.
El bullicio y jolgorio más estruendoso se instaló en la comitiva festiva. Nosotros, los invisibles, marchábamos al final, felices y contentos al ver a nuestra gente comprometida en buena camaradería y con el mejor corazón. Se sucedieron las verbenas, las ofrendas religiosas, el teatro, y como novedad vimos una carrera de atletas que atravesaban los campos que en otros tiempos regamos con nuestro sudor para ofreceros un futuro mejor.
Yo fui a mi casa y me acomodé en el sillón para ver a través de la ventana la caras risueñas de la gente.
Allí permanecí dos días y al despertar la mañana veía desde mi sillón a un tipo que bajaba cansado y se detenía unos instantes delante de la puerta. Miraba hacia dónde yo estaba y notaba en él mi recuerdo. Él me veía como el abuelo que fui, con mi matamoscas en la mano, mis gafas de gruesos cristales y enseñándole el único diente que tenía con la mejor de mis sonrisas.
Sin embargo, en ese momento, mi aspecto era el de un joven de un moreno cetrino, de cabello negro, vestido con un traje gris de camisa blanca y zapatos relucientes. Mas no quise romper el encanto y vi que se marchaba con cara de sueño, pero satisfecho por los buenos momentos que en otro tiempo habíamos pasamos juntos.
Mi identidad no es relevante, pues mi sentimiento es común al de todos aquellos que un día marcharon para no regresar. Y antes de terminar quiero hacer dos puntualizaciones: por una parte, os diré que no hay palabra en el diccionario capaz de expresar la gloria que reina aquí; por otra, esperamos la llegada del próximo verano para traspasar el Umbral y así compartir DESDE EL OTRO LADO un pellizquito de vuestra felicidad.
Entretanto os dejó como legado algunas imágenes de esos días.


paella lagartera
 
¡Va por todos!

Foto que traerá recuerdos a Luis. (SINTONIA)




                                     Parrillada en el Vallito Redondo elaborada por los "catalanes"