--------------------- Prendiendo la leña, retamas y tablas de palets---------------------
----------------------------Llegó el momento de la verdad--------------------------------
---------------El amigo Perroni, el de la perilla, nos preparó unas alcachofas -----
---------------El amigo Perroni, el de la perilla, nos preparó unas alcachofas -----
Y como la vida sigue y no hay mal que cien años dure, los compañeros de frontón decidieron que era el momento adecuado para disfrutar de la calçotada de la temporada
El sábado, sobre las once treinta, se presentó en la parcela el compañero Marcos con todos los calços, 200, ni uno más ni uno menos.
Dejamos las bebidas y la carne en el frigorífico y cuchillo en mano nos dispusimos a cortar los "rabos" de los calços.
Suelen venir empaquetados en manojos de veinticinco unidades y atados con gomas o cuerdas.
La experiencia me enseñó a cortar unos diez centímetros de las hojas verdes que sobresalen. Pongo un cartón debajo para no lastimar el cuchillo sobre el mármol y de un tajo corto los veinticinco. Después los separamos y cortamos las raices que cuelgan del tronco blanco, lo que se come.
Los compañeros fueron llegando, los impacientes se fueron al bar, de todo tiene que haber y cada cuál ya tiene asumido su rol.
Ese escaqueo no les libera de trabajar después al asarlos, poner los manteles, las sillas, etc, etc.
El ambiente era como siempre, fraternal y campechano, con muchas ganas de bromear y provocar la risa.
A un servidor le tocó mantener el fuego, procuré que la llama fuese uniforme y no muy potente, con poco más de un palmo es suficiente y así se evita abrasar las cebollas.
La tradición sugiere asarlos con sarmientos, que en nuestra tierra llamamos vides. Cuando la llama va adquiriendo fuerza se coloca la parrilla con los calços encima, con los troncos hacia el centro de modo que las hojas sufran menos el calor de la llama.
Hay quien utiliza parrillas en las que caben unos cincuenta. Otros prefieren introducir un alambre por el tronco de los calços, como si hicienen un collar gigante que situan a su vez sobre una parrilla.
En nuestro caso, utilizamos un somier que se deja sobre el fuego durante unos instantes para purificarlo. De este modo caben 150 y luego con las brasas que quedan se hace la carne sobre la parrilla habitual.
En cuanto el fuego comenzó a flamear todo el mundo arrimó el hombro y una vez asados se
guardan en una caja o cubo, siempre envueltos en pequeños paquetes forrados con hojas de periódico para mantener el calor.
Nos acomodamos para comerlos de pie y tastar la salsa que elaboró la mujer de un compañero, estaba exquisita.
Podríamos decir que en la salsa está gran parte del éxito o fracaso de la calçotada. ¿Qué lleva, cómo se condimenta?, pues almendras tomates, ñoras, aceite y avellanas.
Claro está, no ha de ser muy sólida porque el calcçot resbalará al untarlo, es preferible licuosa para que impregne bien.
Para comerlo una mano lo sujeta por las hojas verdes y la otra estira del centro, más o menos por donde termina el tronco blanco. Al tirar salen las primeras capas arrastrando alguna hoja verde también. Humeante y blanco se unta en la salsa y pa dentro, con cuidado de no quemarse, pero sin dejar que se enfríen.
Termoinados los calços retiramos los restos e hicimos la parrilada de carne de cordero. De postre unas naranjas y pasteles acompañando el café.El día se presentó soleado y el buen humor se propagó en desafíos, bravatas para próximos partidos.
Hubo debate sobre quién era el mejor zaguero, también el mejor delantero y a quién escribe le hicieron cantar flamenco por ser de la tierra de Farina. Y allí se destrozó Salamanca tierra mía, (Horroroso, menos mal que no entienden y el vino les enturbiaba el buen gusto)
Hubo un momento emotivo cuando Marcos pronunció unas palabras que originaronn un efusivo y sincero aplauso dedicado a mis hijas.
Y es que amigo blogueros, aunque no lo parezca con los tiempos que corren, aún queda y quedará gente con loables sentimientos. Esos de verdad que están al alcance de la mano y no siempre se saben valorar.
6 comentarios:
Veo que te has aficionado a la calçotada, típica de estas tierras e integrado bien en el entorno que rodea la preparación del sabroso manjar tan apreciado por propios y extraños que nos visitan.
El ambiente que se aprecia entre los participantes, hace pensar en lo bien que os lo pasasteis desde el comienzo recogiendo la leña, aunque fueran residuos de palets, hasta liquidar el último calçot.
Estas fiestas así, son las que animan a seguir y dejar a un lado temporalmente las preocupaciones.
Celebro que te hayas podido evadir un poco del agobio de los días anteriores en los andabas un tanto abatido por las circunstancias poco propicias que, con el paso del tiempo serán más llevaderas.
Repite con frecuencia estos encuentros entre amigos y contrincantes del frotón, que te yudarán a recuperar el ánimo y, sigue gratificándonos con tus relatos, Salva, que, todos tienen un calado especial.
Saludos. Luis
Ya sé como se hace una calsotada y para qué sirve,aparte de darse un festin:Para reforzar la buena amistad,para eliminar los palés y esterilizar los somieres y para confirmar que en todo grupo siempre hay quien se escaquea,aunque aqui no renuncien a arrimar el calsote a su ascua llegado el momento.Ambiente envidiable. Un abrazo.Félix
Sencilla manera de expresar lo vivido un rato, un día en buena compañía donde parece que hubo buen rollo y cuya lectura se hace agradable, de donde me quedo con los dos últimos párrafos y me uno a los aplausos que recibiste
(Paco)
Salva hoy he vuelto a tu bloc y nos has demostrado tu habilidad culinaria que esta muy bien,pero lo que realmente te deseo que este bien, sois vosotros.y mandaros un saludo.Angelines
¡Triperos!, que sois unos triperos.
Me alegra esta festiva y optimista entrada, Salva. Y que pasarais, como se ve, un buen rato en torno a la calçotada y lo que siguió.
Has traído a mi memoria la que fue mi primera calçotada por tierras de Valls, que organizaron los compañeros de trabajo. Hace… más de 45 años. Y hasta creo que tengo una foto de aquella excursión. Yo iba un poco receloso, si me gustaría o no, pues era algo exótico y hasta raro para mí en aquella primera vez. Luego, pasado el tiempo, en más ocasiones he disfrutado y degustado los calçots con el “moje” correspondiente, que es su complemento. Ah, nos facilitaron un babero-delantal para no ensuciarnos, pues las manos se ponen tibias. Esto me causó sorpresa.
El comentario de Félix sobre este sistema de “esterilizar los somieres”, es muy fino y elegante, como corresponde al sanitario que es. En épocas pasadas se diría: “pa matar las chinches” . Por cierto, ¿ya no hay, se han extinguido?
-Manolo-
Tratándose de un somier, ¿cómo se da la vuelta a los calçots?
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