La frase del dia

07 diciembre 2023

El sendero de la memoria


Al fin llegó el día propicio para que El Sendero de la memoria iniciara su puesta de largo en sociedad. Por medio del Facebook y WhatsApp, traté de invitar al evento a mis amigos, vecinos y conocidos de Tarragona. Y la gente respondió. Hace mucho tiempo que en Tarragona no llueve de manera copiosa, suele caer alguna llovizna y casi siempre durante la noche. Por la mañana, al levantarme, procuro mirar hacia la calle y, en ocasiones, me alegra ver el brillo en las aceras, pero esa alegría es fugaz al ver que los viandantes van sin paraguas, la calzada de la calle está seca y el brillo lo produjo la cuba de riego al limpiar las aceras. Y digo esto porque ese día 30 de noviembre, fue necesario protegerse con el paraguas al principio de la mañana y temí lo peor. Miré hacia el sur y el horizonte estaba despejado. No tardó mucho en acompañarnos el sol para dejar un día apacible. A las seis de la tarde comenzó a llegar la gente hasta llenar el teatro (Aforo de 130 espectadores). No creo que hubiera tantos. Dos chicas, Eva María y Saray (empleadas del Port de Tarragona), se encargaron de la decoración y el sonido, muy serviciales y amables. Y sirva este relato para expresar mi gratitud al Port de Tarragona por su apoyo a la cultura.

   Abrió el acto un saxofonista, J. M. Font, “Titus”, que interpretó tres temas y mi nieta melliza Anna, que yo tenía sentada sobre la mesa, quedó fascinada por el brillo dorado del instrumento bajo el haz luminoso de los focos. Después actuaron dos gaiteros, Secu y César, con su traje tradicional asturiano y su montera picona en la cabeza. Tanto los gaiteros como el saxofonista deleitaron al personal y se percibía que estaban sobradamente curtidos encima de escenarios. Durante la firma de ejemplares conocí gente de Béjar, Peñaranda, Cipérez y La Alberca, que acudieron por haber escuchado en la radio alguna de mis entrevistas (solo fueron dos), o en la contraportada de un periódico. Siempre resulta gratificante conocer gente de la tierra.

  Los ponentes de la mesa, Ángel, Marcos, Manuel y Joaquín, iniciaron el turno de breves intervenciones (Previamente les había pedido que no excedieran de cinco minutos). En un lateral del teatro, Eva María y Saray, instalaron unas mesas para el posterior piscolabis, cuyo plato estrella era el embutido de Vitigudino. 

   El sábado anterior se acercó un compañero de trabajo a mi parcela para preguntarme si este año no hacíamos comida o almuerzo con los jubilados de la empresa. Sugerí que sería mejor esperar hasta que pasaran las navidades porque ahora estaba muy liado con la presentación. Ese mismo día por la tarde recibo una llamada con idéntica interrogante. A veces, uno adquiere un rol, sin pedirlo ni pretenderlo, pero sabe que los demás lo esperan. Hablé con el restaurante, pactamos los precios y el sábado día 2/12, nos juntamos 23 para un almuerzo relajado. Ahora toca disfrutar de la fantasía expectante que envolverá a mis nietos en Navidad y de la compañía de la familia.  Y, como suele ocurrir, las imágenes que acompañan este relato son más explícitas que mis palabras.

 







Nacho y Carla entre el público.

Con Biel, mi nieto mellizo y futuro escritor

César y Secu.

José M. Font. "Titus"

Con mi nieta melliza Ana.






 

1 comentario:

Manuel dijo...

Así, así me gusta que publiques todo ese material que tenías acumulado de tu presentación y celebraciones, rodeado de nietos, futuros seguidores del Avi.

-Manolo-