La frase del dia

03 marzo 2021

Dolores Martín.


 

in memorian, Dolores Martín.

   La conocí una de aquellas tardes de verano cuando se sentaba sobre unos cartones encima de la acera de la casa de mi suegra Otilia. Allí acudían puntuales a la tertulia varias vecinas de edad parecida, Teresa Martín, Aurelia, Josefa, Eulalia, Eloina, María, (que siempre llegaba acompañada por Miguel, que gran hombre), Otilia y Dolores. Era para mí casi una obligación controlar el horario de la siesta para bajar a escuchar tanta experiencia y sabiduría. Y las veces que, por la razón que fuera, no llegaba a tiempo y al salir encontraba la acera vacía, sufría un íntimo reproche porque sabía que ya no podría recuperar algo para mi muy grande y aleccionador.

    Las primeras veces que escuché hablar a Dolores me sorprendió gratamente. Esa calma con la que participaba en la conversación, el vocabulario que ofrecía y la claridad con que exponía sus ideas, hizo que le prestara especial atención.

   Atención que aumentó cuando la vi delante del altar en los festivales de verano que se realizan dentro de la iglesia. Si no recuerdo mal, en sus paseos por los caminos circundantes al pueblo, había encontrado fragmentos de un poema que hablaba sobre el respeto, lo restauró y recitó con el mismo aplomo e idéntica claridad que cuando se acomodaba en la acera con sus amigas. Podría decir que visitarla y escuchar sus sabias palabras era un motivo añadido para ir al pueblo.

“¿Qué haces Dolores?” le preguntaba yo cuando ya sus fuerzas la impedían pasear como antes y permanecía sentada siempre con un libro sobre el regazo.

“Disfrutar de lo disfrutado” respondía ella, dejando patente un optimismo inagotable, pues, cuando las facultades acortan los caminos hacia la felicidad, es de ser muy inteligente encontrar senderos, que camuflan la realidad, amparándose en los recuerdos de los buenos tiempos.

   Dolores era una de esas personas a las que más deseaba yo entregarle un ejemplar de LLUVIA DE CARAMELOS, pues me ayudó con su sincera experiencia juvenil del mundo de la siega. Y de algún modo, un poco con sano egoísmo por mi parte, me congratula el hecho de que fuera la Lola de la novela, porque ella se sentía importante y yo encantado de que así fuera.

   Y concluyo esta entrada manifestando que, aunque no fuera de mi familia, siento por su ausencia la misma pena como si así fuera. La imagino allí arriba con esa sonrisa de aceptación, la misma con que afrontó todo en su vida, satisfecha de su existencia terrenal, disfrutando de la gloria bien merecida y de la alegría al volver a encontrarse con sus compañeras de tertulia hasta la eternidad.








2 comentarios:

Rosa dijo...

Que bonito homenaje a nuestra querida Dolores...describes muy bien como era, dulce y cariñosa, yo tambien voy a extrañarla mucho, todos los dias pasaba por mi puerta con su andador y cuando descansaba sacaba sus libros y leia, tus libros se los sabia de memoria y volvia a leerlos.
Me sorprendia lo positiva que era, agradecida a la vida.
Descanse en paz Dolores !!

Manuel dijo...

Se nos van marchando los mayores de nuestro pueblecito y con ellos su historia, la nuestra. Gracias a relatos, escritos, novelas, imágenes de todos ellos, no se marcharán del todo, quedarán sus vivos recuerdos de muchos de ellos, como los de Dolores en:
Zarceños en el Recuerdo, concretamente leyendo tu novela, Salva, en uno de los vídeos.

-Manolo-