La frase del dia

29 mayo 2016

Los hermanos Canete

Los hermanos  Sebastián y Ernesto Canete.

A veces nos encontramos con gente que son un pozo de sabiduría. Sin grandes estudios pero con actitud emprendedora, que ahora llaman innovación. Este es el caso de Sebastián que nació hace 88 años en Valero, en las serranías de Béjar (Salamanca).
    Conocí a Sebastián por un asunto de trabajo.
    —“¿Tú no eres catalán? —sonsacó Sebastián”.
   — De Salamanca, nací en Corporario, de las Arribes del Duero.
   Ese detalle hizo que la confianza diera un paso más en encuentros posteriores. Compartimos café muchas mañanas  y siempre me sorprendía con citas propias de un gracejo popular, cargado de ironía, pero con una lógica apabullante.
    “En casa de mi padre eran tan pobres que el primero que se levantaba se ponía los pantalones porque no había ningún pantalón más” Eso comentó un día para que su elegante apariencia no despistara los orígenes.
    Una mañana me presentó a Ernesto, su hermano. Comprobé después la admiración que sentía por él, tal vez por instinto paternal de hermano mayor. Las alusiones a Ernesto eran frecuentes y siempre con admiración.
     Sin embargo, Sebastián, tenía fervor y orgullo por el recuerdo de su padre. Evaristo se llamaba.
“Era un hombre analfabeto —adelantó Sebastián—, esbelto y de buen porte, que durante el servicio militar fue gastador.  El 31 de Mayo de 1906 se celebraba la boda del rey  Alfonso XIII y Victoria Eugenia, mi padre participó como escolta cuando se produjo el atentado a la comitiva real al pasar por la calle Mayor de camino a la iglesia de los Jerónimos. El Ramo de flores que el anarquista catalán Mateo Morral  lanzó desde un balcón llevaba camuflada una bomba casera. El ramo  tropezó con los cables del tendido del tranvía y cayó sobre la gente que aplaudía la comitiva. Mató a veinticinco personas y los reyes salieron ilesos. Mi padre resultó herido en una pierna y fue hospitalizado. Mateo Morral fue descubierto dos días más tarde por el guarda jurado de una finca de Torrejón que lo detuvo. De camino al cuartel, Mateo Morral asesinó al guarda y luego se suicidó, aunque esto nunca estuvo claro. Cuentan que Alfonso XIII  pagó los estudios a los huérfanos del guarda.
Cuando mi padre  se licenció puso rumbo a Panamá, allí trabajó en la construcción del canal. Sufrió un accidente que le partió las dos piernas. Marchó después de polizonte en un mercante a Cuba y trabajó segando caña de azúcar. Tenía que dormir colgado de un árbol para librarse de los reptiles que andaban por el suelo. Después marchó a estados Unidos y pudo entrar en la Ford. Era la primera vez que trabajaba ocho horas y le pagaban siete dólares. Dinero que comenzó a enviar a Valero para que sus padres compraran terrenos.
Volvió a Valero, se casó con la molinera y tuvieron niño y niña. Pero mi padre necesitaba más dinero y regresó a Norteamérica. Permaneció tres años y al volver para quedarse encontró la puerta de su casa cerrada porque su mujer y sus hijos habían muerto una semana antes.
Mi padre se casó con su cuñada, mi madre, y tuvieron cinco hijos. Luego con lo que había conseguido en el extranjero se dedicó a la apicultura.
   Yo marché voluntario al ejército y tuve después varios bares en Madrid hasta que mi hermano Ernesto creo una empresa de carpintería y me vine con él a Cataluña.
    —Y sabes que te digo, paisano —me suelta convencido.
    —Tú dirás —sé que me regalará algo sabio.
    —Yo soy más catalán que muchos que nacieron aquí.
    —Sebastián… —indico con el gesto que eso no cuela.
    —Pues sí, ellos nacieron aquí como podían haber nacido en otro sitio —argumenta—, pero yo vine y me quedé porque me gustó esta tierra.
    Le escuchó y el me mira sonriendo.
    —Sebastián, ¿No has trabajado bastante? ¿Cómo puedes seguir al pie del cañón vendiendo miel a tus 88 años?
    —Paisano, tendré que sacar la familia adelante —sentencia con ese gracejo innato y natural. Está claro que con Sebastián no hay quien pueda.

 
En su puesto del mercado vendiendo miel



En su almacén.

Con Ernesto y Sebastián.

https://www.youtube.com/watch?v=RpwCMWrBnXM

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si clicáis en el enlace del final podréis ver im´genes del atentado al que hace mención Sebastián. salva

Manuel dijo...

Qué historia tan increíble. Si se llevara al cine, tal cual, sin exageraciones, parecería irreal. Sucede que la realidad muchas veces supera la ficción. Para muestra la vida e historia que relatas.
¿Será esta historia el tema de tu próxima novela?
¿Has terminado la que traías entre manos?
Saludos,
-Manolo-

Anónimo dijo...

Esta historia es real. El hambre hace milagros. Lo que estoy escribiendo no sé cuando lo terminaré. Pero va. Quizá el próximo verano la podamos presentar. Ya veremos. Si hubiera conocido al padre de Sebastián seguro que me contaría mil batallas, pero llegué tarde. Un abrazo Salva.