Después de un verano cargado de trabajo, permitirse un capricho no justificaba quebranto alguno en la conciencia. Aún quedaban días de vacaciones y era
cuestión de planificar un viaje. Optamos
por visitar Islandia.
El día de la salida era indispensable estar en la terminal del Prat a las
tres de la madrugada. No encontramos combinación posible ni en tren ni en autobús.
Busqué en internet algún aparcamiento cerca del aeropuerto y a la una partimos siguiendo las pautas que nos indicaba el GPS. Fue un desastre total (asumo toda
la culpa porque soy un patán en estas historias). El extravío nos llevó hasta la playa de Calafel. Unos pescadores nos dijeron el modo de
volver a la ruta correcta.
El aparato, o mi tozudez por no hacerle caso, nos condujo por las cuestas de Garraf.
¡Qué desastre!, curva tras curva, escasa visibilidad y soportando el azote de los nerviosos con sus
molestas luces atosigando por detrás.
La hora se echaba encima y no había margen
para más errores. Llamamos por teléfono al aparcamiento y el empleado nos
indicó la salida.
Una chica nos esperaba con un microbús para
acercarnos a la terminal. En el aeropuerto apenas había actividad y delante de
los mostradores de Vueling esperaba un grupo de unos sesenta viajeros.
Me gusta ver y oír cómo rugen los motores cuando están parados antes de lanzarse por la pista de despegue. Estaba dispuesto a leer el final de “De la alpargata al seiscientos” (autor, Juan
Eslava Galán), pero el cansancio o la hora tan intempestiva hizo que el resto
del pasaje buscara el amodorramiento del sueño y no me quedó otra que apagar la
luz. En el exterior todo era oscuridad, abajo, entre los claros de las nubes, se veía amarillear la luz de las ciudades. Observé que algunos pasajeros se
levantaban para buscar asientos vacíos donde poder estirase y les imité.
Así, con ese duermevela incómodo aterrizamos
en Keflavik, a media hora de la capital. Un autobús nos llevó a la Laguna
Azul. Durante el trayecto, lo que veía a través de la ventana, me
recordaba las fotografías de un paisaje lunar. No había árboles y las casas
desprendían aspecto de fragilidad, de madera o chapa, con las ventanas sin
alfeizar. No vi ni una sola teja roja ni negra cubriendo los tejados. Lo hacen con chapas acanaladas,
que también pueden verse en los costados. (La climatología no es propicia para
abrir las ventanas y la nieve o la lluvia han de evacuar con la menor
resistencia. En un día puede llover,
granizar, que asome el sol y sufrir los rigores de la nieve o del viento)
El agua de la Laguna Azul estaba calentita-
entre 30 y 38º, su profundidad no rebasa el metro y
una neblina de vapor facilita que el exterior no sea tan gélido. En un extremo
pude ver a un grupo de bañistas que se embadurnaban la cara con una pócima blancuzca que sacaban de unas cubetas con un cazo. Según dijo
el guía, ese mejunje tenía propiedades curativas para la soriasis y otras
enfermedades de la piel. Lo probamos y me pareció una buena protección contra
el frío que asolaba en la Laguna.
No vi autopistas, sólo una autovía de entrada
a Reikiavik. Pudimos contemplar un
amanecer anaranjado que parecía interminable para un sol perezoso cuando en mi
reloj de hora española eran las 10h 30´. Por la noche acudimos a ver la aurora
boreal. El autobús nos alejó a unos
veinte kilómetros de la ciudad, hasta un monte esquivando en algunos tramos los
baches de un camino terrero. Allí había dos autobuses más esperando y corrillos de gente mirando hacia el cielo, esperanzados porque se daban todos los condicionantes favorables, pero la aurora boreal nos dejó el mensaje de que la naturaleza es caprichosa y soberana.
Al día siguiente viajamos hacia el Círculo de
Oro, allí se encuentra el Parque Nacional de Thingvellir. Este lugar es una
zona de separación de dos placas tectónicas que han provocado fallas y enormes
fisuras en la lava solidificada. Después continuamos hasta el área geotérmica
de Geysir, el géiser Strokkur lanzaba hasta unos diez metros de altura una columna
de agua hirviendo. También disfrutamos observando la gran catarata de Gulffos.
Visitamos la península de Snaefell pasando por un túnel que cruza a 160 metros bajo el agua del Atlántico en el fiordo de Hvalfordur. Realizamos una breve parada para fotografiar las columnas de basalto de Gerdubert. Hacia sol pero el frío era implacable donde no cubría la bufanda.
No quiero terminar sin hacer mención a la lengua del glaciar Myrdarlsjokull. Ya caía el anochecer cuando caminé por encima del hielo mientras veía correr el agua bajo mis pies. La sensación de soledad era apabullante el aquel lugar. Al regresar, el agua nieve me picoteaba en la cara tal y como si la naturaleza me castigara por la osadía de caminar sobre la lengua milenaria cada vez más menguada, por desgracia.
Agradable sensación en la LAGUNA AZUL
Al fondo, iglesia luterana
Paisaje volcánico islandés
Cuanto frío hay en este lugar
El parlamento. Aquí se concentraron los islandeses. Ruidosas caceroladas y una investigación exhaustiva lograron encarcelar al jefe de gobierno.
Catarata en el Círculo de Oro
Columnas de basalto
Mucho miedo al barranco
Paisaje islandés
No es tanto como parece
Tarragona y Castellón
Tarragona y Zaragoza
En busca de una buena fotografía
Pateando encima del glaciar
El aparato, o mi tozudez por no hacerle caso, nos condujo por las cuestas de Garraf. ¡Qué desastre!, curva tras curva, escasa visibilidad y soportando el azote de los nerviosos con sus molestas luces atosigando por detrás.
La hora se echaba encima y no había margen para más errores. Llamamos por teléfono al aparcamiento y el empleado nos indicó la salida.
Visitamos la península de Snaefell pasando por un túnel que cruza a 160 metros bajo el agua del Atlántico en el fiordo de Hvalfordur. Realizamos una breve parada para fotografiar las columnas de basalto de Gerdubert. Hacia sol pero el frío era implacable donde no cubría la bufanda.
No quiero terminar sin hacer mención a la lengua del glaciar Myrdarlsjokull. Ya caía el anochecer cuando caminé por encima del hielo mientras veía correr el agua bajo mis pies. La sensación de soledad era apabullante el aquel lugar. Al regresar, el agua nieve me picoteaba en la cara tal y como si la naturaleza me castigara por la osadía de caminar sobre la lengua milenaria cada vez más menguada, por desgracia.
Agradable sensación en la LAGUNA AZUL |
Al fondo, iglesia luterana |
Paisaje volcánico islandés |
Cuanto frío hay en este lugar |
El parlamento. Aquí se concentraron los islandeses. Ruidosas caceroladas y una investigación exhaustiva lograron encarcelar al jefe de gobierno. |
Catarata en el Círculo de Oro |
Columnas de basalto |
Mucho miedo al barranco |
Paisaje islandés |
No es tanto como parece |
Tarragona y Castellón |
Tarragona y Zaragoza |
En busca de una buena fotografía |
Pateando encima del glaciar |
8 comentarios:
El vídeo del amanecer lo gravé cuando en España eran las 10 horas 20 minutos.
Que fotografías más bonitas!El relato me ha puesto algo nerviosa,!madre mía que no llegamos a la hora!!Anda que,fíate del gps!.Esas tierras que habéis pisado están muy vivas por debajo...el glaciar, el fuego...,contrastes que dan un poquito de miedo,estremece saberse encima de algo que puede "revolverse" no?.Un abrazo VIAJEROS!!!!!.Victoria.
Bonito relato sobre el viaje a Islandia y unas imágenes preciosas, pero vivir en un sitio así yo creo que da un poco de miedo esos contrastes de calor frío fuego es como vivir siempre en tensión pero a ti se ve que te da poco miedo porque pasear por encima del hielo es un peligro, pero bueno vosotros lo disfrutasteis de lo cual me alegro, lo de el despiste del Garraf no es al primero que le pasa, yo también he ido por esa carretera y es malísima curvas y más curvas se pasa muy mal y más siendo de noche.
Me alegro que el viaje haya ido bien y ahora ahorrar para el próximo para que nos cuentes como es parte del mundo que no conocemos y que ya no conoceremos.
Un beso muy grande para los dos Cari.
Bonita galeria de fotos que dan cuenta del paisaje frio y con agua caliente.Pero como puede vivir la gente sin ver un árbol,claro como no necesitan estar a la sombra,¿será esa una explicación?
Te vas a hacer un experto en aguas bautismales;antes fueron los baños en el Mar Muerto,en el Jordán,y ahora en la Laguna Azul.Ya solo te faltan las del lago Titicaca y sospecho que estará en la agenda futurible. Como queda dicho:con estos reportajes tan iluistrativos viajamos con vosotros, una manera más de compartir las cosas buenas que hay por ahi afuera. Un abrazo. Félix.
¡¡ Pero qué bien os lo montáis!! Muy interesante el relato y reportaje fotográfico.
Pero para pasarlo bien os recomiendo las Fiestas de San Lorenzo en Zarza de Pumareda, Peña el Lagarto.
No tendréis que ir a ningún aeropuerto, con el riesgo de liarse en el desplazamiento ni llevar instrumental de navegación, (que algunas veces estos cacharros confunden más que ayudan).
Para demostraros como se divierte uno allí, en breve recibiréis por correo de manera privada un enlace que os lleva a la “nube” donde está colgado un vídeo cortito que recoge una muestra de cómo suena la batería y otros instrumentos, al tiempo que danzan algunos peñistas al compás de la música durante las verbenas nocturnas y sobremesa del día siguiente. Esta senda no se podrá enviar a todos los que participan, porque de algunos no se tiene dirección de correo.
Bueno ya vale: Creo me he extendido demasiado y me he desviado de comentar tu interesante relato y reportaje de un sitio que me gustaría mucho visitar y recorrer toda la zona de Cabo Norte donde creo que también has estado.
(Paco)
Salva. Dice un amigo mío que viajar es salir del cascarón y, no le falta razón. Viajando, además, de ser el mejor método para aprender geografía, se abre uno al Mundo con mayúscula. ¿Se puede conseguir de otra forma? Sí, pero, posiblemente esa sea la mejor de todas. Yo creo que tu esposa y tú no suspenderéis esa asignatura.
Por lo que veo, el viaje ha sido provechoso y compensa las penurias sufridas hasta llegar al aeropuerto del Prat; aunque, visto ya desde la distancia, no es más que una anécdota que te revivirá el momento cada vez que la comentes con alguien.
Celebro que lo pasarais bien y haya sido grata la experiencia vivida en un país tan distinto al nuestro y, del que podríamos aprender (sobre todo de sus mujeres)muchas cosas buenas los españoles, aunque a los finlandeses, también les gustaría tener muchas cosas que nos puede brindar tan generosamente nuestro país, que por cierto, es una maravilla.
El reportaje hace honor al autor(no es coña y, sinceramente, se agradece, tanto el tema como las fotografías.
un abrazo. Luis
Perdón, hace daño en los ojos:Gravé. Con uve, ¡¡¡ tierra trágame!!!
El amanecer no estaba grave, más bien precioso. Salva
Todos en Islandia, vosotros y los que os seguimos siempre, y yo sin enterarme. Liado en las fiestas patronales de San Martín, mi otro pueblo, Horcajo; con el veranillo llamado de S. Martín , distinto a esos aires de Islandia que habéis respirado, aliviados, eso sí, en la Laguna Azul, sus vapores y cálidas sensaciones.
Me gustan estos viajes sorpresa, ligeros de equipaje por nuestra parte, con todas las ventajas y ninguna incomodidad, que en un momento, en un clic, ¡ZAS! en Islandia. Así da gusto.
Buenas, curiosas y espectaculares fotos y videos. Una foto titulas “columnas de basalto” . Otra: “No es tanto cómo parece” ; yo la titularía ba-salto.
Como apunta Paco, cuanto más viajéis, iréis comprobando que nada mejor que La Zarza y Riocorpo para el relax y la calma. También es justo decir que no es tanto relax, pues es un no parar, no dormir, que hay que despertar al pueblo con esos pasacalles ya históricos que nos regaláis desde hace unos años.
Seguid así, viajando y contándolo. Y ahora, a pensar ya en la próxima escapada. No, no digas dónde; mejor la sorpresa.
-Manolo-
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