La frase del dia

18 septiembre 2011

La inteligencia se ve en los ojos (Salvador Hernández)

Salvador, un prodigio de memoria y reflejos mentales.



Por treinta pesetas adquirió ese traje. Un tipo elegante




Una mañana de este Agosto pasado, después de las fiestas de San Lorenzo 2011, acudí a casa de mi tío Salvador. No era la primera vez que lo hacía. En visitas de años anteriores solía contarme episodios sufridos por él en la guerra civil. Esa mañana fue diferente, logró emocionarme y emocionarse.
Previamente había consultado la posibilidad de darle forma a través de un relato. Todo fueron facilidades porque el protagonista creía tener pendiente una cuenta conmigo, de tal modo que, había mandado recados a los familiares para que me aclarasen la duda que le preocupaba.
Con premisas tan evidentes todo se me ponía de dulce. Mi familia subió a Salamanca. Llevé varios folios y cuando cruzaba el frontón me sentí un poco incómodo, pensaba que Salvador seguramente estaría esperando. No me equivoqué en mis suposiciones.
Crucé el jardín y vi que la puerta estaba entreabierta. ¡Hola! Grite. Nadie respondió. Al entrar, la habitación tenía una discreta y cómoda claridad que trasmitía el frescor que en la calle el sol ahogaba.
Salvador esperaba cómodamente sentado en un sillón rojo. Filo, mi tía, dormía apoyada sobre el brazo del butacón, que estaba unido al de Salvador.


Los besé y Salvador me comentó cómo iban los achaques.
(Cuando ya han pasado de largo los noventa es un privilegio el hecho de poder contarlo. Y Salvador tiene una agilidad mental y una memoria que se escapa de la normalidad)
“Yo quería ser militar. Tenía un primo, Francisco, que era Brigada del ejército en Tarrasa (Barcelona). Dejé el campo y en tren me encaminé a Tarrasa. A los dieciocho días después de mi ingreso en el cuartel estalló la guerra civil. Ya ves qué panorama me esperaba”
Salvador se agita en el sillón, limpia una y otra vez la comisura de los labios con un pañuelo. La televisión está apagada y la tía Feli permanece quieta con la cabeza junto al brazo de Salvador. Éste observa cómo escribo. Le miro, tiene la piel blanca y los ojos que se ayudan del sonido para orientarse. En la calle no se oye nada.
-Salvador ¿me ves?
- El bulto... ya no veo.
Alzo un brazo y le pregunto: ¿Qué mano tengo levantada?
- La izquierda.
- ¿Y ahora?
- La derecha.
Me dispongo a tomar notas sin perder nada, mas Salvador se explaya en los parentescos como si yo los conociese.


“Ya hacía un año que había salido de la Zarza y tenía como compañero en el dormitorio a un comisario político. Fue el responsable de que de que me nombraran cabo del ejército republicano”
“Estuve en muchos frentes, Fornillos, Jaca, Barbastro, Quinto de Ebro, Sástago, por dónde pasa el Ebro, Caspe, Alcañiz, etc. Un día estábamos dentro de un búnker, yo llevaba una ametralladora, primero la checa, que tenía el cañón como de plástico y se calentaba; después tuve la metálica”

Salvador perdió por momentos el recuerdo del suceso que me quería contar, casi al instante retoma el hilo sin que yo haya hecho nada por recordárselo.
“Lo del búnker, estábamos en lo del bunker, sí, salí fuera y tenía a escasos metros los soldados nacionales. – ¡Que salgan todos!- ordenó el mando de los nacionales al ver que mis compañeros continuaban en el bunker. Los pobres estaban aterrados. Yo también. Ese día pensé que no salía vivo de allí. Me lanzaron una granada que pasó muy cerca. Pero tuve suerte y seguí vivo”
Por mi cabeza pasó la idea de preguntarle por los compañeros del búnker, pero no quise distraerle ni incidir en nada si él no lo comentaba.
“Mas adelante pude reunirme con republicanos en retirada, porque la Artillería de los nacionales nos obligaba. Nos agrupamos y yo era el único mando del grupo. Esa noche tuve un incidente que me marcó para siempre. Sucedió a la hora de asignar los centinelas que cubrirían la noche para avisar si merodeaba el enemigo.
-Tú harás la primera guardia, le dije a un soldado. Se negó, justificó que tenía mucho miedo.
Todos teníamos miedo, pero era la guerra, y si perdía la autoridad, en tales circunstancias, todo se perdería.
Desenfundé la pistola y le apunté a la cabeza.
-¡Si no lo haces te pego un tiro! – amenacé.
- Mátame.
No tuve valor, en ese momento supe que yo no servía para matar. Su turno de imaginaria lo tuve que hacer yo.”


CONTINUARÁ.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver,Salva, este es el padre de Pedro?No es Feli su madre?O no es el Salvador que yo pienso?
Un abrazo.
Victoria

Anónimo dijo...

Si, lo he vuelto a leer,y ya veo el nombre de Feli más abajo.Perdónnn!!!

Anónimo dijo...

No hay nada que perdonar. Ya veo que lo has comprendido. Escribiré más de él. Un abrazo. salva.

Manuel dijo...

Qué personajes tenemos en La Zarza y la mayoría sin enterarnos, o lo que mucho sería peor, ignorándolos.
Gracias a tu charla-entrevista con tu tío Salvador, nos enteramos de una vida tan interesante como curiosa. Para cuando la tengas completa solicito a ambos los derechos para copiarla y llevarla a nuestro apartado de entrevistas en la página (noticias > entrevistas)
Espero la continuación. Y espero y deseo también que alguien se anime y siguiendo tu ejemplo nos sorprenda con algo parecido a algún otro personaje de nuestra Zarza.
-Manolo-

Anónimo dijo...

La experiencia en directo de uno que participó en la guerra. Quedarán personas que la conocieron, pero ya muy pocos que lucharan en el frente,. En este pueblo hay otra persona que también luchó en primera fila.
Alguna de las fotos que acompañan la entrevista no serán del protagonista, pues creo que entonces no existía la foto en color.
(Paco)

Anónimo dijo...

Sí señor Paco. Como bien dices esas fotos no son realmente fotos de la propia guerra civil, sino a una representación festiva que se hace en Abanades (Guadalajara.
Las elegí porque utilizan en el simulacro armas de aquella época.
Un abrazo. Salva.

Anónimo dijo...

Salva, me ha gustado el relato. bien escrito, y has trasmitido perfectamente el testimonio de tu tío, me supo a poco, así que ya espero la continuación, eso de la guerra me queda tan lejano... peo la historia es importante sobre todo contado ( su parte) claro esta, por los auténticos protagonistas, sin interpretaciones de quienes no la vivimos eso si que es de pura fuente.
Saludos. Rosario Carreto

Anónimo dijo...

Interesante este relato que,como siempre,logras sacarle el jugo necesario para plasmar, en este caso,el contenido humano que es lo que más me llena.Sin olvidar esa revelacion tan certera del miedo,ese miedo tan humano que me lleva a la conclusion,despues de haber escuchado otros relatos de protagonistas similares,en los cuales el miedo siempre estaba presente,que el miedo en una guerra es el denominador comun de los combatientes,máxime cuando no eligieron ellos ese destino. En esta foto, probablemente debido tambien a la edad se parece muchisimo a su padre;el tio Angel de la tia Faustina como deciamos los chavales.Su padre tambien tenia una memoria prodigiosa y como era muy amable y bonachon ,yo pasaba largos ratos escuchando embelesado las peripecias que nos contaba de su estancia en la Argentina.Pero lo que más me hizo reir fue cuando un dia ,despues de escucharlo dos o tres chavales nos dijo con una sonrisa picarona:"Ahora os voy apreguntar:que es lo primero que saca un hombre al mear".Nos quedamos atonitos mirandonos unos a otros por la osadia.Eso no se puede decir ,le dijo Vetura."Pues yo os lo voy a decir: el culo.Hacer la prueba ,anda".Todos nos echamos a reir.Pero despues de hacer los ensayos medio a escondidas nos dimos cuenta que tenia razon.Con personas como el tio Angel ibamos aprendiendo la leccion de la vida.Con Salvador y con Salva no se pierde la tradicion.Un abrazo.Félix

Parri dijo...

MUY, MUY BUENO.

Es muy duro recordar las cosas horribles de la guerra. Y más si has estado en primera linea.

Te felicito.

Espero la siguiente parte.

Ángela Hernández García dijo...

Valioso testimonio el del tío Salvador y muy valioso también el tiempo que dedicas a escuchar las historias de las personas mayores, de las cuales tanto tenemos que aprender y que todos no le dedicamos.
Un abrazo
Angela.