La frase del dia

22 abril 2021

Las noches mágicas de sant Magi

Ayer nos acercamos con mi nieto Nacho a ver el galeón Andalucía (Siglo XVII) atracado en el puerto de Tarragona; un buque mercante, provisto de cañones para su defensa contra la piratería; en un insultante contraste con los yates de los petrodólares (desconozco cuál es el calificativo que pueda describir tanto lujo) en el recinto privado del muelle.

   Mientras observaba el galeón en su interior, mi mente se dejaba llevar por senderos de vacíos culturales al tener allí mucha historia para novelar y pensaba que ojalá pudiésemos tener dos vidas para realizar cuanto en la presente se queda en el camino. 

   Asl estaba yo divagando cuando...

   —¡Hola Vicente! -me saludó un excompañero y amigo del trabajo (Algunos me llaman Salva y otros por mi apellido). Los años le habían puesto lentes y en un primer instante no le reconocí.

   —He visto en faceboock un vídeo de vuestra actuación en TVE, que gracia me hizo —comentó.

   —Sí, están pasando videos de actuaciones grabadas en VHS a CDs. Ayer noche vi una de la verbena de sant Magi —añadí.

   —Pues cuélgalas. Eran verbenas divertidas y alegres —sugirió Alfredo.

   En aquel tiempo siempre antes de empezar la temporada me preparaba físicamente corriendo por la zona del río para que mis piernas soportaran tantas horas de matraca. Hubo una tarde que en plena carrera noté un dolor punzante en el muslo diestro, pensé que era muscular y que con descanso todo volvería a la normalidad. 

   La citada verbena sobre la que va este relato, en la que actuamos muchas noches, se celebraba y celebra el 18 de agosto. Era una fecha en la que nuestro grupo, Odisea, regresaba de una pequeña gira por Teruel, Huesca, Lérida o Barcelona y llegábamos con buen rodaje y automatismos memorizados. Justo es reconocer que en mi trabajo jamás pusieron traba alguna para adecuar mis vacaciones a esas salidas.

  Días antes de iniciar la gira llevé a mi familia hasta Salamanca y reposé allí dos días con la esperanza de que aquel dolor en el muslo disminuyera. Me apreté fuerte una venda y emprendí el regreso a Tarragona porque al día siguiente teníamos la primera actuación. Ya de noche me detuve en Tarazona con la intención de comunicar a la familia que pronto entraba en la autopista. No fui capaz de estirarme para introducir la moneda en el teléfono de la cafetería. Los clientes me miraban como a un bicho raro, caminaba encorvado igual que el jorobado de Nötre Dame. Como buenamente pude me acomodé en el coche y continúe ruta con una velocidad moderada. El sueño empezaba a coquetear con el cansancio y decidí salir de la autopista en Lérida porque la carretera exigía menos relajación. Como a unos setenta kilómetros de Tarragona me quedé sin gasolina, en un paraje tenebroso donde no se avisaban alumbrados ni lejos ni cerca. Me situaba en pie, por decir algo, casi en el centro de la carretera, cuando a lo lejos distinguía el resplandor de los faros de algún auto, pero al verme orillaban desconfiados por temor a que fuera "la chica de la curva" disfrazada de jorobado. Al fin, se detuvo un automóvil en el que marchaba una familia de buen aspecto. El hombre no quiso aceptar el dinero que le ofrecí para que me trajera gasolina, pero aseguró que volvería, nunca regresó.

   Mientras esperaba, se detuvo un coche y bajaron tres tipos cuyas siluetas no trasmitían mucha alegría..."Tal y como estoy, atraco a la vista y posible paliza", pensé.

   Todo lo contrario, me llevaron hasta Montblanch y un señor me trajo hasta mi coche. Estaba tan agradecido y contento que, dada la hora, le pedí que marchara. Como había dejado encendidas las luces de emergencia mientras fuimos a la gasolinera de Montblanch, el coche se quedó sin batería y sacando fuerzas de donde no había, intente subirlo a empujones en tarea inútil e imposible. Un buen samaritano me ayudó y pude llegar a Tarragona para dirigirme a Urgencias, en el hospital Juan XXIII. 

   Durante la gira mis compañeros me cuidaron porque mi cara y mis gestos delataban lo que estaba sufriendo. Y lo hacía porque suspender aquellos bolos era un problemón, tanto para los representantes como para los pueblos, y además un perjuicio económico para todos incluido yo.

   Antes de cada actuación me subían en volandas y me encasquetaban en el asiento de la batería y de allí no me bajaban hasta que la sesión se terminaba.

  ¡Qué sabrosos estaban los bocadillos de jamón en un bar de Bujaraloz, a pie de carretera! Tal vez porque después de tanta curva desde Caspe (Zaragoza), solo faltaban treinta kilómetros hasta la autopista que nos llevaba a casa para actuar en la verbena de nuestra ciudad.   

   Esa tarde a la hora de montar el equipo nos sorprendió el enorme escenario con rampas que cubría la fachada del ayuntamiento. Nos dijeron que al día siguiente actuaba allí Joan Manuel Serrat. Mi familia estaba en Salamanca, mi casa vacía y mi margen de maniobra reducido por completo. Mientras situaban los equipos en el escenario, creo que no debí andar muy lejos de batir el record de hamburguesas que una persona puede comer, las que un compañero me trajo del franfurg Doria, situado al final de la plaza. Tras los primeros compases de la presentación, la magia de la música aplacó el dolor. Aquella negrura de cabezas llenando la plaza y la visita de amigos y familiares nos obligaba a vaciarnos, a darlo todo (como dicen ahora); nada pregrabado, todo a pulmón y corazón. La actuación salió bien.

   A partir de ese día, otro batería ocupó mi lugar hasta el final de la temporada.

   Para los curiosos diré que tuve un tumor (benigno) y se curó con una operación que no merece detallar.







4 comentarios:

Salva dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Manuel dijo...

Por fin, Salva, la entrada completa. con texto, fotos y el vídeo, documento a guardar y conservar; que un día tu nietecito lo observará, analizará sacando conclusiones de una época vivida intensamente por su yayo Salva.
-Manolo-

Rosa dijo...

Desconociamos esta faceta de la vida de Salva...
Una autentica " odisea" bien elegido el nombre del grupo.
Otro artista de nuestra zona !!

Salva dijo...

No todo es orégano en la vida de músico. Pero si ponemos la balanza para equiparar lo bueno y lo malo, pesa mucho más lo positivo. Conocer gente y lugares que no haber sido músico jamás hubiera conocido. En cuanto a la entrada del blog, se quedan más cosas por contar porque son difíciles de creer. Es cierto que el nombre le venía de perlas al grupo, puesto que en más de una actuación hacia honor a su nombre porque todo tenía solución.