La frase del dia

09 mayo 2015

ESAS COSAS QUE A VECES OCURREN EN LA VIDA

Quiera, o no, tengo a mi pueblo muy arraigado en el pensamiento. Creo no ser el único, por lo que leo en los blogs. Es inevitable que recuerde Corporario, cuando a primera hora del domingo un conejillo me precede por el atajo terrero de camino al frontón. Aminoro la marcha para no asustarlo, pero él da un potente salto que lo libera del miedo. Aparco el auto y subo por el sendero notando, de tanto en tanto, “las caricias” de pequeños arbustos, igual que antaño al cruzar por entre los matorrales en la atalaya de Santa Marina para contemplar el Duero.
Se escuchan los golpes a la pelota en la pista y desde arriba observo un momento la panorámica que ofrece el mar con barcos quietos en la planicie de agua calma.
Debajo del algarrobo veo una mesa nueva, como las que hay en las paradas de las autopistas, aunque un poquito más grande.
Me gustaría tener una mesa y una silla en mi rincón”  me dijeron un día en casa.
—¿Quién ha sido el artista? —pregunté a los que había sentados en la grada.
—¡El Nico y el Manrique! —adelantó el Emilio, y dudé, podía ser una más de sus ingeniosas ocurrencias. Le aguanté la mirada y me devolvió un semblante de risa escondida que confundía.
—Ya veo que eres hombre de poca escuela —lanzó una de sus puyas.
He de incidir que, este señor, tiene arte de bromear sin ofender. Lo lleva tan dentro que hasta el perro, encadenado a la ventana del bar, no se libra de sus lindezas cuando vamos a las duchas y agachándose, le dice: “Aquest gos te més coneixement que l´amo”, o lo que es lo mismo: “Este perro tiene más conocimiento que el amo”.
—¿Quién le dio la madera?— pregunté.
—Tu compañero —replicó Emilio.
Un poco más allá estaban los “carpinteros” sentados en la grada.  “Me gusta la mesa, habéis hecho un gran trabajo, una igual no me vendría mal” les dije.
Y se pusieron manos a la obra con sus herramientas. Cayeron unos cuantos cafés y chorizo salmantino ablandado por el microondas. Siguieron muchas tardes y alguna mañana puliendo la madera, empujando el serrucho gigante que años atrás cortaba las traviesas ferroviarias. Alisando con la lijadora y untando en grasa los tornillos para que no estropearan su obra. Algunas tardes el objetivo les trajo la noche. Varias semanas después una robusta y original mesa, de aspecto medieval, quedó tan bonita que hubiera sido pecado dejarla a la intemperie. Por tanto, se ganó el derecho a ser de la casa.
Y se liaron en la construcción de un banco, es lo que tiene de bueno estar jubilado, pienso yo.
Si la mesa fue una sorpresa el banco fue, si cabe, aún más.
Pocos días después Nico me pidió las llaves de nuevo porque Manrique necesitaba unas tablas para hacer no sé qué. Entretanto, Manrique tuvo la gentileza de obsequiarme con tres palas, de las que se usan con la pelota de cuero, con la pelota pegada en dos de ellas y la otra para utilizarla al cortar carne.
Se acercaba la fecha de mi cumpleaños y subí una tarde a nuestra parcela. Al entrar en la cocina vi una caja de cartón encintada en la que habían escrito: No la abras hasta el sábado. Rodeada por unas fotografías con textos de buenos deseos para mi aniversario. Pero la curiosidad ganó su batalla a la advertencia. Traté de adivinar por el sonido lo que había dentro, tiré de tijeras y allí estaba una banqueta de madera reluciente, engalanada con un barniz trasparente. Fue una agradable sorpresa y al llegar a casa, tras admirarlo, le asignaron la función de posa pies delante del sofá.
Esto me lleva a la conclusión de que siempre acaba sorprendiéndote la nobleza de alguna gente.
¿Y qué puedo hacer yo? Peliagudo dilema, pues, por mucho que lo intenté saldré derrotado. Con gente así, fuera de la pista, no se puede competir y sólo me queda plasmar en estas líneas la más sincera gratitud.

Comienza la tarea.

Seguimos

En su punto.

Fuerte y robusta


Estrenándola en un reposado almuerzo


Los artistas Nico y Manrique.

El Sami oteando la banqueta.