La frase del dia

18 julio 2015

RUSIA

Cuando visitamos un país extranjero solemos tener una idea preconcebida del lugar  y después comprobamos que nada tiene que ver con lo que pensábamos.
¡Rusia! En mi época escolar era algo así como el tenedor del diablo; la hoz y el martillo, ¡Qué horror! Si lo comparábamos con el imperioso retrato del Caudillo y su bigote afilado. El comunismo de la hoz y martillo, como los que guardábamos en el corral. Y la televisión nos amaestraba con imágenes de rusos vestidos con ropas oscuras e iguales y grandes gorros caminando entre calles nevadas. Vaya santa trola que nos endosaban, pienso yo. Aunque también pudiera ser que para conseguir  tanto lujo el pueblo llano sufriera las calamidades del documental. 
    La noche del viaje, cuando despegamos de Barcelona, vi a través de la ventanilla del avión el corte de uña que formaba la luna cuando eran poco más de las once y media. A medida que pasaba la noche la luna iba ganando tamaño hasta superar medio queso.
   Cuatro horas más tarde era de día cuando aterrizábamos en Moscú. Allí tienen una hora de adelanto, si no me equivoco, con respecto a nosotros. En el exterior del aeropuerto tiraba el aire fresco que era bien recibido por el grupo de españoles antes de subir al autobús. Realizamos una visita, que llaman panorámica, por la ciudad. Es muy plana y grande, suficiente para dar cabida a más de doce millones de habitantes.
    Tiempo atrás visité Rumanía y allí vi que los edificios de los barrios comunistas eran austeros y simples. ¡Vaya contraste! Edificios de hasta veinticinco plantas se levantaban por las avenidas. La guía iba respondiendo a las preguntas de los viajeros. “El sueldo medio nuestro es de ochocientos euros en la ciudad, la gente del campo anda por los trescientos” comentó una de las veces.
    Sin embargo, los coches que nos adelantaban contradecían esas afirmaciones. En los edificios predominaba el estilo neoclásico. Vi esculturas de más de tres metros que custodiaban la puerta unas veces y otras parecían sujetar con las manos todo el edificio. El río Moscova  cruza la ciudad en paralelo a un canal. Suntuosos palacios ocres y azules deleitaban la vista. Y las catedrales con sus cúpulas doradas sobresalían en la planicie de la ciudad. (En las fotografías añadiré algún comentario)
    Nuestro hotel, moderno y limpio, estaba en el centro, pero el centro es muy grande. Distaba a veinte minutos de la Plaza Roja (roja=hermosa). En algunas tiendas aceptaban los pagos en euros, aunque preferían el pago con tarjeta y si era en rublos mejor. Un euro equivale a sesenta rublos.  Y los precios son similares a los que tenemos en España.  Una botella de agua de cuarto de litro valía euro y medio en el restaurante.
    Sobre las diez se hizo de noche, pero a las cuatro entraba la claridad por las rendijas de la cortina. Comprobé que las calles estaban limpias. Los parques no parecían tal cosa, sino campos de golf con árboles gigantes. Dibujos geométricos con flores coloreadas adornaban los márgenes de las fuentes. Mucha seguridad, hombres armario vigilaban discretamente parkins, hoteles y edificios. 
    Paseamos por la Plaza Roja y un gentío de turistas disparaba sus cámaras mientras las parejas se hacían selfis dejando a su espalda la catedral de San Basilio y el Kremlin. El tiempo fue escaso para visitar las galerías comerciales de tres plantas bajo una bóveda acristalada, con tiendas de marca, restaurantes y muchas flores decorando todo el conjunto.
    En uno de los paseos supimos que Putin estaba trabajando en su despacho porque estaba izada la bandera de su palacio. Sería muy largo enumerar los palacios y catedrales que visitamos. Observé que en las catedrales no había bancos para sentarse durante la misa. Ni estatuas, sólo retablos con pinturas que aluden a pasajes del nuevo testamento. Son muy devotos y sus misas llenan dos horas. Cuando se santiguan lo hacen igual que nosotros  pero hacen un último movimiento tocándose el muslo…?
    Paseamos cerca de la Lubianka, la cárcel de la KGB. El que entraba allí acababa en los gulag de Siberia.
    El metro es un verdadero museo, esculturas y pinturas decoran las galerías y desde el techo cuelgan lámparas acristaladas. Se respira civismo y educación en el comportamiento de sus gentes. La lluvia iba y venía a su antojo  y el cielo asomaba luminoso y al momento la negrura daba fondo a las cúpulas doradas de las catedrales.
   Tres días después, en hora bien temprana, un tren rápido nos llevó hasta San Petersburgo. Mis compañeros dormían mientras yo observaba el paso del convoy por aquellas llanuras verdes y frondosas con bosques de eucaliptos entre copiosas lagunas. Los pueblos o ciudades estaban muy alejados unos de otros. 
    San Petersburgo tiene cuatro millones y medio de habitantes. El río Nevá  cruza la ciudad y cuando se hiela en invierno los rusos patinan por la superficie. El hotel era tan bueno como el de Moscú. 
   En cuanto a la comida, mucha ensaladas rojas, que sabías que había que comerlas porque estaban en el plato. El pan escaso, de trigo el blanco y negro el de centeno, que algunos comían embadurnándolo con mantequilla. El aceite brilla por su ausencia. En los restaurantes la pedíamos para darle un poco de brillo a las “ensaladas”, pero algunos no tenían, o no quisieron dárnosla. Conseguirla era un trofeo que iba de mesa en mesa. Y yo me preguntaba: ¿En un clima tan frío no saben hacer cocidos y no esas sopas pardas con algún trozo de patata flotando en el caldo? Y pensé en el próspero negocio que sería para un restaurante ofrecer allí los cocidos castellanos.
   Sospecho que la electricidad es barata. La iluminación de sus puentes y edificios es espectacular.
  Terminaré diciendo que, si algún día os surge la posibilidad de visitar Rusia, no lo dudéis, es una sugerencia que me permito, pues bien sabéis que no soy quien para dar consejos. Hasta otra.


Hotel

Plaza  Roja, suelo adoquinado.

Kilómetro cero, dicen que quien lo pisa acaba por volver, ¡Ojala!

Universidad moscovita

Interior del metro

Un mural del metro, lo que está detrás.

Metro

Lámpara en las galerías del metro.

Aquí trabaja Putin, la bandera indica que está ahí.

¡Vaya jardín!


¿Será por cañones?

Vaya pepinos que cargaba

Tela marinera

Que buen gusto tienen estos rusos

El poli más fotografiado del mundo

Centro comercial al lado de la plaza Roja

Fuente ornamental del C. Comercial

Río Moskova (Moscú)

Observar el cuadro, me gustó. En el abrevadero espera un paisano, otro monta el burro y le acompaña un caminante.



Mercadillo de Moscú.

Aquí rinden culto a las celebridades deportivas. El portero Ruso Yashine, la araña negra.

Río Nevá. San Petersburgo

Estos rusos son grandotes pero tienen poco saque.

Habrá que comerlo porque está en el plato.

Los zares rusos vivían de lujo

Interior de El Ermitage

Esta puerta no me vendría nada mal para mi parcela.

San Petersburgo de noche

Este puente se abre a las once de la noche para que pasen los barcos grandes y no se apaga ni una sola bombilla.

Los utilitarios de los zares

Cualquier comentario se queda en nada ante tanta belleza

Ni una triste hoja dispersa entre la hierba. Son pulcros los rusos.

Regreso a San Petersburgo en barco. Muy veloz.

Un buen método para secarse el pelo. Los que lo tengan.

Adios San Petersburgo.

   

08 julio 2015

CIRCO DEl SOL

AMALUÑA

Así se llama el espectáculo que ofrece Cirque du Soleil en Port Aventura. Estando tan cerca casi era obligatorio ir. Como la canícula arreaba de lo lindo, desplazarse en moto hasta Salou resultaba menos agobiante. Leí dentro del recinto que, para que la función pudiera realizarse, eran necesarias cien personas y una semana de trabajo, y no me sorprendió cuando entramos en la carpa.
    “Llevad algo de abrigo que el aire acondicionado está muy bajo” nos advirtieron antes de ir. Y la verdad es que no hacía falta abrigo, pero no sobraba nada.
    Una peculiaridad del circo es que hay predominio de mujeres entre los artistas, setenta por ciento mujeres y los hombres el treinta.
    El grupo musical lo formaban cinco chicas que acompañaban a otras dos cantantes. Sonido impecable  y un nivel instrumental que muchos quisiéramos tener. Vaya pulpo y que zarpazos daba la chica de la batería. el vestuario parecía sacado de la película AVATAR.
    Observé detenidamente la grandiosa y cómoda carpa. En el techo colgaba un cilindro que giraba con las cuerdas de los artistas. El escenario redondo también giraba.
    Abrieron el espectáculo con un velo naranja que parecía flotar. Yo buscaba las cuerdas que lo hacían voltear como un ente de las películas de ciencia ficción. Entonces vi que salieron unos ventiladores del suelo del escenario que provocaban los espasmos del velo.
    No hay animales y todo el espectáculo es un canto a la agilidad y destreza de los artistas con números imposibles. Comentaron allí que algunos artistas habían participado en olimpiadas. Todo estaba sincronizado y los tiempos muertos lo llenaba una payasa regordeta y un actor caracterizado como galán.
    Me sorprendió la actuación de una chica que cogía ramas de palmera con los dedos de los pies y haciendo contrapeso con las ramas logró equilibrar una especie de esqueleto gigante.  
    En fin, fue un auténtico espectáculo de dos horas de duración. Valió la pena aunque el precio parecía traer música incorporada. Y vaya si la tuvo. De la buena.