La frase del dia

15 abril 2009

El día del hornazo














Aunque lo parezca no son los Fiordos Noruegos, son los paisajes de mi tierra.

La pascua no es lo mismo que el verano en cuanto al tiempo para disfrutar vacaciones. Por eso surgen las dudas: pocos días para tanta distancia; ¿y si al llegar nos sorprende la lluvia, y pasamos los días entre el bar y el brasero?, ¿por qué no vamos a otro lugar como si fuera un fin de semana?
Pero hay algo que tira porque al fin y al cabo somos afortunados, tenemos pueblo, otros quisieran dilucidar esa incógnita, mas no pueden, sólo tiene su calle, barrio o plaza en la ciudad.
A la hora de emprender el viaje cada cual tiene sus manías, supersticiones o estrategias para afrontarlo. Las circunstancias de no ha mucho tiempo me enseñaron a viajar durante la noche, creo que es más comodo y seguro aunque pueda parecer lo contrario. Es evidente que el cuerpo ha de estar preparado con una reconfortante siesta.
A las nueve de la noche salimos de Tarragona y cuando avistamos Salamanca el cuerpo me dijo: "hasta aquí hemos llegao compadre". Continuó mi hija al volante, luego me dijeron que yo roncaba, no me percaté. Creo que después del "suplicio"es algo de sobras merecido.
Mi compadre Angel (de Hinojosa de los Comendadores) no lleva un traje ignifugo, tampoco prepara oposiciones al infierno porque es buena gente, sólo es un efecto de la cámara.















Tertulia después de la comida
La fiesta del hornazo se hizo acreedora del desplazamiento. Buen sol, campo en pleno fulgor y clima agradable, ni siquiera el viento inquietó cuando encendimos las hogueras en las cuidadas barbacoas del LLano de la Bodega. Un paraje genuino y hermoso. (Intuyo que no pasará mucho tiempo hasta que llegue el avispado emprendedor que haga negocio allí. Las vistas que se pueden contemplar desde diferentes enclaves son algo de belleza inusual. Y en los posibles paseos supongo que hay margen suficiente para aplicar rutas con diferentes grados de dificultad).



La gente que optó, como nosotros, por disfrutarlo en el LLano de la Bodega, hicimos acopio de arbustos y leña seca que encontrabamos entre las peñas, otros más previsores descargaban pequeños troncos de roble que traían de casa. Allá por donde pasabas siempre surgia la hospitalidad de quienes encontrabas y al intante te ofrecían las delicadezas que estaban degustando en su mesa.















Explanada del estrato inferior desde la que nos llegaba el inconfundible sonido del tambor. A la derecha se aprecia el carril que lleva al Picón de Felipe.
Como una caravana de colores vivos la gente caminaba por el sendero que llegaba hasta el Picón de Felipe. A media tarde, en un estrato más bajo, el sonido del tambor y la flauta, entonando una jota castellana, y el jijeo de los acompañantes llegaba nítido hasta el LLano.








Lanzando la bola, en la otra foto preparando las estrategias


Participé en el juego de la petanca y competí con jugadores de "muy alto nivel" que me asesoraron en la técnica del juego.
Un abuelo enseñaba a sus nietos la secular constumbre de rodar el huevo, al tiempo que el buen hombre daba vueltas y cabriolas como un joven bufón para teminar cayendo sobre la hierba ante las risas destornillantes de la troupe de nietos y amigos de los nietos que congregó.
A medida que comenzó a refrescar la brisa, la gente embutió sillas y mesas en los maleteros. Regresamos por la comarcal como el convoy de bicicletas que muchos años atrás regresaba a sus casas con los ciclistas sudados y cansados para ofrecernos el actual bienestar.
Otro año más que rompimos barreras de sueño y distancia para honrar una tradición tan enraizada como "el día del hornazo".
El regreso ese mismo día a las doce de la noche fue menos duro de lo que pueda parecer. El café que elaboró Carmen es el mejor antídoto para mitigar el sueño. Con el tono desenfadado que nos permite la amistad, he de decir que aquel brebaje era puro alquitrán (gracias, Carmen, mis neuronas estaban espitosas, me vino fenomenal) Antes de entrar en casa fuimos a recoger a Zizou que estaba solo en otro lugar.
A la derecha, rompiendo el amanecer. A la izquierda ya en el final del trayecto