La frase del dia

28 junio 2012

Viaje a Croacia


Dubrovnik

                                                               San Blas

calle de Dubrovnik

catedral dde Dubrovnik

órgano de la catedral de Dubrovnik 

Mar  Adriático

Frontera de Bosnia

Delta del Neretva en Bosnia

Puente Viejo de Mostar

Puente Viejo

Huellas de la guerra en Mostar

Santuario de Medjugorje

cascadas d Kravice

Montenegro

Interior iglesia ortodoxa de Kotor 


Murallas de Kotor

Hasta por esto cobran

Dentro del agua hay edificada una iglesia


La ruína del centro es la casa de Marco Polo...

Foto realizada desde la catedral de Kórcula

Vuelta a casa

Yo tenía una idea vaga de Yugoslavia y encontraba cierta similitud con España: ellos tuvieron a Tito y nosotros a Franco.
Los comentarios que había oído sobre Croacia eran alentadores para organizar un viaje y disfrutar de aquellas tierras del Adriático.
El avión tardó poco más de dos horas desde Barcelona hasta aterrizar en Dubrovnik. Poco antes de tomar tierra pude ver camuflados los bunkeres antiaéreos entre las montañas del litoral croata.
Un autobús nos llevó una veintena de kilómetros hasta un complejo hotelero cercano a Drubrovnik. Desde la terraza de la habitación el paisaje nos ofrecía una panorámica idílica: por arriba se elevaban en gran altura montañas de escasa vegetación; por abajo, árboles frondosos y estilizados cercaban el entorno de una playa en aguas del Adriático.
Visitamos Cavat y su hermoso puerto deportivo donde destacaban lujoso yates a lo largo del paseo marítimo.
Al día siguiente dimos un paseo por el casco histórico de Dubrovnik. Nada más cruzar por encima del puente levadizo del recinto amurallado vimos un plano en el que se especificaban los lugares bombardeados en la guerra de los Balcanes. A su derecha, sobre otra pared destacaba una estatua de San Blas (aunque sea el mismo obispo es mucho más guapo el que preside la iglesia de mi pueblo que la del patrón de Dubrovnik).
Cada mañana a primera hora partíamos en autobús para disfrutar de las excursiones programadas por la agencia. No vi ninguna autopista, tampoco autovías. Las carreteras se abrían paso mediante curvas por las laderas de la montañas.
El calor era asfixiante y el aire acondicionado del autobús no tenía continuidad ( la agencia contrató otro al día siguiente). Durante los diferentes recorridos hice acopio de cuánto veía y disparaba la cámara saltando de un asiento a otro cuando avistaba algún claro entre los árboles de la carretera.
Uno de los detalles que me sorprendió fue lo bien que se veían los tejados en los pueblos, todos nuevos aunque la vivienda fuese vieja. Era una consecuencia real de una guerra reciente y cuando veía a la gente pasear por las aceras pensaba que muy probablemente habrían sufrido el horror de la sinrazón bélica. En mi mente estaba el recuerdo de Mostar y las imágenes televisivas de la confrontación a un lado del puente Stari Most (Puente Viejo) sobre el río Neretva.
Paseamos por la avenida que dividía los bandos enemigos y pudimos ver los impactos de los proyectiles sobre las paredes de los edificios.
Ese mismo día por la tarde avanzamos por una carretera serpenteando las montañas que nos llevó hasta las cascadas de Kravice y luego nos acercamos hasta el santuario de Medjugorje, donde según cuentan apareció la Virgen (la Gospa, así la llaman allí) el 24 de Junio de 1981.
Algo que encontré fuera de lugar en este tiempo fue el férreo control de las fronteras. Nuestro guía mostraba en la oficina aduanera la carta verde en la que estaban escritos nuestros datos personales refrendados por el correspondiente pasaporte individual. Aún así, antes de que el autobús arrancara, subía un policía e inspeccionaba uno por uno todos los pasaportes. En la frontera de Bosnia, un compañero hizo una foto al puesto fronterizo, lo vieron realizarla y al instante subió un policía y supongo que le obligó a eliminarla.
Montenegro es muy bonito y los rusos están construyendo villas y residencias lujosas para habitarlas. Vistamos también la ciudad de Ston. Me impactaron las murallas que se encaraman de manera inverosímil montaña rocosa arriba. Dispone de un paseo marítimo precioso hasta el que llegan los grandiosos barcos cruceros.
Otro día fuimos en barco hasta la isla de Kórcula. Muy peculiar y curiosa. La isla carece de manantiales de agua potable y han de trasportarla. A su trazado urbanístico lo llaman esqueleto de sardina, pues su calles no coinciden una frente a otra y de este modo restan fuerza al viento que asola sus calles en invierno. Además hacen alarde de ser el pueblo nativo de Marco Polo. (En Venecia decían lo mismo y en Dubrovnik también). En definitiva este viaje superó las expectativas que yo esperaba. Nada sorprendente porque es algo que hasta el momento sucede de manera frecuente, afortunadamente.