La frase del dia

27 marzo 2009

Fuente "Tejonera"

Ruben y Samuel - Dia del Hornazo: 12.04.2009
Gracias por tu visita, amigo-a. Quiero que sepas que siempre te estuve esperando; que soy tan milenaria como las rocas que ves sobre estas colinas, que aprendí a olvidar el ostracismo de épocas pasadas: encadenada a las zarzamoras y prisionera de la tierra que caía por la ladera.
He disfrutado de atardeceres inolvidables, gozando de la compañía que me prodigaban los trabajadores del pantano. Yo les daba el ánimo suficiente para superar los últimos repechos de regreso a sus casas.
No pienses que soy inmune al dolor. También sufrí la ira del destino aquel aciago dia del polvorín. Incluso ahora, algunas noches, cuando estoy sola, el viento me trae el murmullo de aquellos lamentos.
Y cuando ya me abrigaba otra vez la manta del olvido, tejida con una maraña de juncos y matojos, apareció Fernando, quien me aseó y orientó este caudal que ahora te ofrezco para que lo disfrutes como mejor te plazca.
Al caer la madrugada volveré a ser la amante hechicera de los que habitan en las tinieblas: jabalíes, zorros, ardillas y jinetas, entre otros. Y cuando llegue el nuevo día vendrán a mi vera: anónimos caminantes, ranas de San Antonio, pastores sedientos, amantes de besos robados y los pájaros que van de paso.
Porque yo, amigo-a, soy de todos pero no pertenezco a nadie y tan sólo pido a cambio de mi entrega el respeto necesario para seguir viviendo.
¡Buena suerte y feliz viaje!
(La Zarza de Pumareda - Las Tejoneras: Día el HORNAZO del 2006)

08 marzo 2009

Cigüeña "Non grata"


En la página web de la Zarza de Pumareda se ha originado un debate sin parangón sobre la conveniencia, o no, que la cigüeña anide en el campanario de la iglesia. A través de las fotos que se pueden ver en la web del municipio queda clara la cuestión: unos pinchos de hierro la declaran “non grata”. Aún así acarreó palitroques del campo y continuó con la tarea sorteando los pinchos. Así está el tema en la actualidad. Intuyo que seguirá intentándolo aunque se obstinen en ponerle ganzúas al campanario. Sin querer, la cigüeña, se ha convertido en el elemento de discordia entre el vecindario. Y como suele ocurrir en estos casos, a la víctima no se le pregunta por su parecer sobre esta quimera, entre otras razones porque no entiende nuestras palabras. Del mismo modo que nosotros tampoco entendemos su crotoreo cuando bate el pico argumentando el porqué de su obstinación por anidar sobre la torre. Puestos a imaginar, bien podría alegar en su defensa: que fue ahí donde nació y por tanto se siente tan zarzeña como la que más. Más incluso, pues su vida no rebasará los veinte años que pueda disfrutar del campanario. Que no es ninguna ocupa y tampoco una extraña. Que es fiel a sus orígenes porque desde esa torre aprendió a volar y siempre fue esa su casa. Que lamenta profundamente que se escapen los sapos y culebras que atemorizan a los feligreses. Que es permisiva con esas fugas porque sabe en qué charcas se encuentran las ranas más apetecibles. Que ha sobrevolado desde la sabana africana para venir hasta la que considera su atalaya, y eso no está a tiro de piedra, como para que ahora le vengan con zarandajas. Por tanto, no comprende que llenen de ganzúas la torre, pues el tiempo y los plazos que la naturaleza designa para su procreación se están terminando y no encuentra un lugar mejor para dar vida a sus polluelos que el campanario de la casa del Señor en la Zarza. Que no cree en eso de las especies protegidas y que necesita saber adónde han de acudir las que se sienten desprotegidas. Que le causa estupor ese rechazo cuando creía ser la estampa risueña que alegraba el paisaje hasta bien entrada la primavera.

02 marzo 2009

Zizou y Gatuso












¡Eh, tú, no me molestes ni digas nada, estoy en mi fortaleza!


Cualquiera que lea este titular dirigirá sus pensamientos hacia dos jugadores de fútbol que se distinguieron por unas facetas muy diferentes. Zizou aún está en la memoria de todos por su capacidad para inventar el pase imposible, a veces con posiciones toscas, como la bolea que ensartó en una final de copa de Europa.
Por el contrario, Gatusso, es un jugador italiano ya en el declive de su carrera, cuya característica innata ha sido repartir estopa sobre el contrario, como uno de esos jugadores que cortan el “tempo” del partido con faltas tácticas para que su equipo se posicione y nunca esté en desventaja estratégica.
Sin embargo, con este breve relato no pretendo hacer una disertación sobre fútbol, sino que buscaré el paralelismo entre estas dos celebridades y sus homónimos gatos, esas mascotas que forman parte de mi vida.
Zizou, es blanco, casi albino, elegante, pacífico y vive lleno de cariño y cuidados. No conoce otro mundo que nuestra casa. Como mucho, algunas mañanas, cuando salgo a trabajar, sale al rellano y olisquea las alfombras de mis vecinos mientras espero la llegada del ascensor. Y cuando este efectúa su parada, Zizou da un pequeño saltito para superar nuestro felpudo y entrar en su morada. Si luce el sol le gusta salir a la terraza y otear la calle.
Su vida se limita a comer, dormir y reclamar su agua , no entiende de festividades, para él todos los días son iguales y a las siete de la mañana canta diana. Como ejercicio físico, y cuando le apetece, echa unas carreras por el pasillo detrás de alguna aceituna. Su faceta felina sólo surge si alguna mosca merodea alrededor. Entonces se aplana sobre el suelo dispuesto a saltar sobre la presa que no suele capturar, a no ser que la mosca esté herida y no pueda volar. Si se da esta circunstancia, levanta la testuz para arremeter fiero como un gladiador y con la manita lo empuja esperando alguna reacción.
Habita en una cesta en la que duerme y se siente intocable. Si hace alguna trastada, corre hasta la cesta y se acurruca mientras parece decir con la mirada: “Esta es mi casa, no usurpes mi espacio, no me toques ni digas nada”. Y nosotros respetamos esa supuesta condición.
Gatuso, llegó a nuestras vidas como consecuencia de un desamor primerizo. La pareja se separó y nos lo dejaron porque no podían llevarlo. Es atigrado y vive cuando quiere en nuestra parcela. Esa es su casa. Era urbanita pero muy pronto se adaptó a la vida salvaje del campo. Descubrió el amor gatuno y hoy es el galán de la urbanización. Hasta tal punto es agraciado que más de una vecina me ha dicho: “Este gato es muy guapo









"Esta es mi cara después de la juerga" "Será cuestión de reponer fuerzas, se avecina una noche larga, larga..."
Se hizo con la hegemonía amorosa del territorio tras sufrir las agresiones de otros gatos. Hasta que aprendió a defenderse, marcando su territorio a base de zarpazos fieros. Una tarde llegó derrotado a la parcela, no podía apoyar una mano y tenía una herida encima del ojo diestro. Recuerdo que fue una de esas tardes gélidas que muy de tanto en tanto sufrimos por aquí. Decidí ayudarle y darle cobijo para que se recuperara. Le coloqué sus utensilios de aseo y comida sobre la alfombra de mi garaje. Sólo aguantó dos días encerrado. Como a modo de protesta me dejó un muestrario de excrementos encima de la alfombra. Comprendí que no quería ataduras de ningún tipo porque había descubierto los amoríos furtivos que encontraba en libertad.
Cada tarde subo a verlo y le doy su latita de comida si le veo, pues no siempre acude. Cuando me voy acercando, bajo la ventanilla del coche y grito: ¡¡Gatuso!! Algunas veces aparece corriendo calle abajo igual que si de un perro amaestrado se tratara y avanza a mi lado. Después de comer se acuesta en el sofá. A la hora de salir, él se marcha también en busca de los amoríos que encuentra en la penumbra del bosque próximo a las casas. Sin ninguna duda ese carácter cariñoso y dócil que tiene ha ganado por derecho propio el respeto y el cariño de los que le conocemos.